Los frentes abiertos de Iván Duque
junio 2018
Durante la campaña electoral, Iván Duque anunció su pretensión de modificar algunos aspectos del Acuerdo de Paz con la extinta guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Además, el nuevo presidente colombiano podría enfriar aún más la relación con Venezuela. En entrevista, la analista política Lorena Arboleda responde qué puede suceder en Colombia con el regreso de la derecha al poder.
La reciente elección de Iván Duque como presidente de Colombia ha generado alertas con relación al Acuerdo de Paz alcanzado por el gobierno de Juan Manuel Santos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). ¿Qué es realmente lo que podría suceder al respecto? ¿Es posible que Duque realice modificaciones sustanciales al acuerdo alcanzado?
Las preocupaciones que surgieron en torno a la elección de Iván Duque con relación al acuerdo de paz tienen varios orígenes. El primero es que Duque fue una de las voces más críticas antes de que el país refrendara el acuerdo de paz el 2 de octubre de 2016. En medio de ese proceso electoral, el exministro uribista Fernando Londoño afirmó que si ellos ganaban las elecciones harían «trizas» el acuerdo de paz. Iván Duque ha asegurado que no comulga con esa frase, pero ha sostenido que pretende hacer modificaciones sustanciales en varios aspectos. En primer lugar, dice que promoverá un acuerdo en el Congreso para modificar la Jurisdicción Especial de Paz. Con lo que Duque y los suyos no están de acuerdo es con que el nuevo sistema de justicia transicional se encuentre fuera de la órbita de del sistema judicial y opere de forma independiente. Una modificación de la situación actual implicaría cambios para quienes se sometan a ese sistema de justicia transicional. Evidentemente, este sistema requerirá independencia a la hora de juzgar y determinar las responsabilidades de los diversos actores que formaron parte del conflicto armado. Es decir, no solo de los exguerrilleros sino también de aquellos agentes del Estado que participaron del conflicto. Otro de los puntos referentes a las modificaciones del Acuerdo de Paz se vincula con la participación política de los exguerrilleros. Ahora, diez ex miembros de las FARC tienen derecho a curules en el Senado y en la Cámara de Representantes. El Centro Democrático no se opone a su participación en política, pero afirma que solo debería ser admisible para los mandos medios. En definitiva, quiere que los responsables principales de las FARC, a los que se sindica como perpetradores de crímenes en el pasado, no puedan actuar políticamente.
Uno supone que lo que pretende el Centro Democrático liderado por Duque es que algunos exguerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) pasen por la justicia y que no se conviertan directamente en dirigentes o activistas políticas. ¿Pero se haría lo mismo con los paramilitares que operaron en el conflicto o solo estaría estableciendo esta política para las FARC?
Ellos están de acuerdo en que esta nueva justicia transicional solo aplique para los exguerrilleros de las FARC. Eso fue lo que quedó reglamentado. Sucede que ellos pretenden que dentro de esa Jurisdicción Especial de Paz se establezcan condiciones claras como, por ejemplo, que el narcotráfico no sea un delito conexo al delito político porque consideran que esta es una facilidad para que los exguerrilleros sigan delinquiendo. Sin embargo, sí han dejado que pretenden que la Jurisdicción Especial de Paz solo opere para los exguerrilleros y de manera voluntaria para paramilitares o agentes del Estado involucrados en el conflicto. De hecho, hace dos años, los aliados de Duque radicaron en el Congreso un proyecto de Ley para establecer modificaciones y beneficios en la Justicia Penal Militar que es la que, según su parecer, debe juzgar a estos agentes o ex agentes del Estado. Su planteo para negar que la Jurisdicción Especial de Paz opere sobre estos grupos es que dicho organismo está «cercado ideológicamente» en favor de la izquierda colombiana y en contra de la derecha que ellos representan.
Más allá de las posiciones que está adoptando Duque, ¿existen posibilidades reales de que el Acuerdo de Paz se derogue o de que las modificaciones que se propicien le hagan perder todo sentido?
Este Acuerdo de Paz ya responde al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas. Por lo tanto, no puede abolirse. Aquí la cuestión es que Iván Duque tiene las mayorías en el Congreso (cuenta con 78 senadores a su favor y 25 en su contra). Además, tiene la bancada mayoritaria en el Senado de la República y cuenta con el apoyo de algunos ex colaboradores de Juan Manuel Santos. Esta nueva especie de unidad nacional que logró Santos para mantener la gobernabilidad en el Congreso se unió ahora a las filas del uribismo. Por lo tanto, tendría las mayorías garantizadas para promover una reforma. Aquí la disyuntiva es si esos congresistas se prestarán o no a hacerle modificaciones al Acuerdo de Paz, teniendo en cuenta que fueron los que apoyaron el acuerdo tal como estaba en noviembre de 2016. Es muy simple para él decir que hay que hacer esas modificaciones. Hacerlas, en cambio, le resultará más difícil.
En las elecciones se evidenció un proceso de crecimiento del progresismo y de la izquierda colombiana. ¿Qué podría pasar ahora? ¿Gustavo Petro podría cosechar de aquí en más los apoyos de Sergio Fajardo, el candidato progresista que obtuvo buenos resultados en la primera ronda electoral?
Efectivamente el progresismo que representa Gustavo Petro ha obtenido un apoyo histórico. Nunca un candidato de izquierda había tenido un resultado como el obtenido por Petro, sobre todo teniendo en cuenta los votos de la segunda vuelta electoral. Tal vez el único episodio comparable fue el de la candidatura de Carlos Gaviria frente a Álvaro Uribe. Pero en esa oportunidad no se llegó a la segunda ronda electoral. Ahora, Petro queda como líder de la oposición, pero, sin embargo, no creo que pueda contar fácilmente con los votantes de Sergio Fajardo en el futuro. Si bien Fajardo dio una sorpresa en la primera ronda electoral, sus votos son muy de opinión y no engrosables a lo que representa Gustavo Petro. Ahora bien, es muy importante destacar que, en Bogotá, la capital del país haya ganado Petro en ambas rondas. Esa votación permite pensar que la fuerza que lidera podría hacerse con la Alcaldía en las próximas elecciones bogotanas. Hasta ahora se viene perfilando Antonio Navarro Wolff que, como Gustavo Petro perteneció, hace ya varias décadas, a la ex guerrilla M-19.
¿Cuál se supone que será la política de Iván Duque respecto de Venezuela?
Como senador de la República, Duque ha ejercido una diplomacia con los países de la región para instaurar denuncias ante los organismos internacionales sobre la situación de Venezuela. Sin embargo, no creo que Duque vaya a romper las relaciones diplomáticas. Y desestimaría las declaraciones realizadas por Nicolás Maduro que, antes de las elecciones, aseguró que, de ganar el Centro Democrático, podría haber una intervención en Venezuela o incluso una guerra. Duque ha dicho que acudirá a la Corte Penal Internacional para instaurar una denuncia por la situación venezolana pero que solo lo haría con el apoyo de mandatarios de la región. Considero que es muy probable que se mantenga una relación diplomática acorde a las normas internacionales y que a la vez se sostenga la política de Juan Manuel Santos de no tener Embajada en Venezuela hasta tanto no haya un gobierno que considere legítimo. Porque hay que recordar que Colombia no ha reconocido las últimas elecciones venezolanas.
Colombia ha funcionado como una válvula. ¿La frontera seguirá abierta o hay posibilidades de que Duque la cierre?
En principio no creo que sea factible que Duque cierre la frontera porque ya hay un decreto establecido sobre la recepción de los migrantes venezolanos y su respectiva atención. Iván Duque, en ese sentido, ha dicho que tratará de colaborar desde el Ejecutivo a través de medidas extraordinarias para ayudar a los migrantes. Por lo tanto, no creo que se establezca esa política.
Lorena Arboleda Zárate es licenciada en Comunicación Social por la Universidad de La Sabana. Es magíster en Relaciones Internacionales, Relaciones internacionales y asuntos exteriores por la Pontificia Universidad Javierana. Actualmente, es columnista del diario El Espectador.