«Los movimientos sociales están presionando para restituir la democracia en Brasil»
julio 2016
El vicepresidente del PT analiza la situación política de Brasil y apunta al gobierno de Temer como privatizador y golpista.
Brasil vive hoy una
situación compleja. Tras el impeachment a la presidenta Rousseff, la
derecha ha vuelto a ganar terreno. ¿Qué políticas está
desarrollando el PT para recuperar terreno político?
En principio, ha habido un despertar de los movimientos sociales. Muchos de ellos estaban, previamente, un poco distanciados del proceso político que se había encarado y manifestaban ciertas insatisfacciones. Sin embargo, este golpe hizo que todo el arco de los movimientos se articulara y que sectores muy amplios –incluso del ámbito artístico e intelectual, que tenía una actitud más reticente con el gobierno– se haya unido a nosotros en la lucha por restablecer la democracia. Porque, y aquí hay que ser claros, la democracia se ha visto violentada. El resultado de esta unidad de sectores muy diversos para reestablecer el Estado democrático de derecho no significa otra cosa que la lucha por la reasunción de la presidenta Dilma Rousseff electa en 2014.
El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) era un socio del PT, al que siempre se aludía como parte de una alianza para garantizar la gobernabilidad. Sin embargo, es justamente la gobernabilidad lo que se ha roto. ¿Cree que fue un error aceptar la alianza política con esta organización?
En un primer momento, yo creo que fue acertado. Pero el problema es este: si el vínculo con el PMDB acabó agotándose es porque nosotros consideramos que este golpe, que es un golpe parlamentario, mediático y empresarial, se produjo a partir de que los sectores empresariales y de los medios presionaron a la mayoría del Congreso Nacional y al PMDB en particular. Porque el PMDB y el PT tienen sus diferencias. El PT es un partido de izquierda, y el PMDB es un partido de centro. Ellos también tienen gente de izquierda, pero la mayoría es de centroderecha. Por lo tanto, esos sectores fueron presionados y terminaron cediendo a esa política de derrocamiento del mandato legítimo de Dilma Rousseff para colocar en su lugar al vicepresidente.
¿La reforma política fue una deuda pendiente?
Fue el mayor error de nuestros casi catorce años de gobierno: no haber concretado la reforma política. La composición del parlamento, principalmente de la Cámara de Diputados, no tiene paralelo alguno en otro país. Los tres grandes partidos –el PT, el PMDB y el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB)– tienen, juntos, sólo un tercio de las bancas. Los otros dos tercios los ocupan diputados de partidos pequeños y diputados individuales, en un país donde la legislación impide la candidatura de individuos. Las candidaturas son por partido, pero la verdad es que en Brasil no hay una tradición partidaria. Necesitamos fortalecer las fuerzas políticas. Por eso, a mi modo de ver, una primera medida para encarar la reforma política era acabar con el financiamiento empresarial a las campañas, hecho que, por cierto, ya logramos. Lo segundo es que se establezca –como vienen proponiendo el ex-presidente Fernando Henrique Cardoso y otros líderes políticos– el sistema de voto distrital mixto, donde la gente no sólo vote a un candidato particular sino también a una lista de partido. Porque nosotros desde el PT queremos que se vote por lista, y la derecha quiere el voto distrital, de mayoría simple. Y ni ellos tienen la fuerza para imponer el distrital ni nosotros para imponer la lista. Quizás esto permita que avanzemos en un sistema distrital mixto: una mitad se elige teniendo en cuenta la conformación de la lista, la otra mitad por distrito.
¿Solo acabando con el financiamiento empresarial de las campañas se acabará con la corrupción? Los hechos que se han mencionado de distintos gobiernos han sido muy graves. Incluso ahora en gabinete de Michel Temer tiene a varios miembros acusados de prácticas corruptas.
La raíz de la corrupción es, efectivamente, el financiamiento privado de las campañas electorales. Pero, lógicamente, no puede circunscribirse solo a eso. La corrupción en Brasil es un fenóneno estructural. Es algo que existió siempre. Un gran jurista brasileño como fue Rui Barbosa escribió a comienzos del siglo XX un discurso, la «Oración a los jóvenes», donde afirma que al brasileño le da vergüenza ser honesto. ¿Por qué? Porque ya en aquella época la corrupción era muy fuerte. Y el financiamiento empresarial de las campañas la fortaleció aún más.
Durante los gobiernos del PT, millones de personas dejaron atrás la pobreza y consiguieron, gracias a las políticas gubernamentales, un acceso a bienes y servicios desconocido para ellos hasta el momento. Sin embargo ¿cuál es la autocrítica del partido? ¿Cuáles son las razones por las que perdieron el apoyo de los propios sectores que deben representar durante los últimos años?
Lo que sucedió es que a nosotros se nos eligió en base a un programa, y durante el mandato de Dilma el programa fue distinto. Un gran problema es que nosotros, en estos trece años, no apostamos a politizar fuertemente a la sociedad. Por otra parte, en el PT tuvimos una ilusión demasiado grande de que la burguesía brasileña era democrática. Y la burguesía nunca fue democrática. Se rige por intereses económicos. Si siente que esos intereses no están satisfechos, se aparta. En Brasil esto es históricamente así. Así como previamente se derrocaron gobiernos constitucionales para garantizar los intereses de esa burguesía, esta vez se realizó un derrocamiento a partir de la presión, sacando provecho de la insatisfacción que había en el seno de movimiento popular.
El PT gobernó Brasil durante más de una década y, ya antes del golpe institucional, recibía fuertes críticas de sectores proclives a la construcción progresista. ¿Cree que hubo fallas en la construcción? ¿Faltó generar un marco político y cultural alternativo?
Yo creo que falló la construcción de una propuesta política alternativa. No se produjo una verdadera politización popular. No se realizó un trabajo de esclarecimiento, una educación popular. Los medios de comunicación siempre hicieron sonar la misma campana, y la izquierda –y el PT en particular– no supo oponerse, no trabajó para democratizar los medios ni para ampliar el acceso de las personas a nuevos vehículos de comunicación.
Y creo también que hubo una crisis de expectativas, porque la población siempre quiere más, siempre desea nuevas reformas. Si uno no ofrece expectativas nuevas, después de cierto tiempo en el gobierno, la gente tiende a querer un cambio. Es algo propio de la democracia. Ahora bien, debemos puntualizar que perder y ganar elecciones es normal pero que, en el caso de Brasil, ha habido un golpe. Porque si uno pierde una elección, lo acepta. ¿Se perdió honestamente, limpiamente? Entonces hacemos autocrítica y buscamos nuevas alternativas para llegar al corazón y a la mente de la población.
En este sentido quisiera saber, ¿cómo evalúa las primeras medidas del gobierno de Michel Temer? Parecen decididos a desandar buena parte del proceso político anterior.
Claro que están decididos. Ahora que están en el poder, quieren retomar las privatizaciones, quieren derribar la soberanía operativa de Petrobras y del Estado sobre las reservas del presal, que fue la mayor conquista de la sociedad brasileña. El presal, que puede hacer que el país de un salto de calidad en educación, en salud pública, en los programas de transferencia de ingresos. Quieren entregarle el presal a las multinacionales y por eso, entre otros motivos, han dado el golpe.
Alberto Cantalice es vicepresidente del Partido de los Trabajadores.
Traducción: Cristian De Napoli