Desde los comienzos del movimiento, coexistieron dos chavismos paralelos: uno anclado en la Constitución «participativa» de 1999 y otro en gestación, con visiones más basistas y radicales. En la medida en que la crisis fue debilitando al primero, el segundo se reforzó, casi por default, y apoyó la convocatoria de Nicolás Maduro a la controvertida Asamblea Constituyente. No obstante, las protestas en el emblemático barrio 23 de Enero contra la parcialidad del Consejo Nacional Electoral en perjuicio de listas chavistas independientes dejan en evidencia grietas invisibles para la oposición y los medios, pero activas en el espacio de base de lo que queda del chavismo.