Un sistema judicial disfuncional, una deuda gigantesca, una democracia de partidos paralizada, extremismo islamista en aumento, crecimiento de la derecha flamenca... pero también uno de los PIB per cápita más altos del mundo, una de las economías más sindicalizadas Europa, una sociedad civil sólida, una robusta seguridad social, una socialdemocracia que ha resistido y uno de los partidos de izquierda radical más exitosos del continente. En estas tensiones navega la vida política, económica y social belga.